Ando estos días haciendo un curso en Coursera. Se llama Ser más creativos. El trabajo de esta semana consiste en desarrollar un proyecto a partir de dos palabras, creadas a partir de una técnica llamada «listas combinadas». Consiste en desarrollar «algo» (original, preferiblemente útil para la sociedad, posible de realizar … ) y explicarlo en un texto entre 500 y 1000 palabras. Las palabras que surgieron para crear mi proyecto fueron botella y caminar. El proyecto que he desarrollado es éste:
Caminar. Recorrer lugares. A veces, los caminos están marcados. En el argot del caminante internacional, una pequeña línea blanca y roja señala los Grandes Recorridos (GR, más de 50 km), una blanca y amarilla es de un sendero de Pequeño Recorrido (PR, entre 10 y 50 km) mientras que un sendero local es una señal blanca y verde (SL, menos de 10 km). Además, si la señal está en cruz, indica que el sendero está equivocado… También hay caminos “especiales”, como el camino de Santiago (España) en que se señaliza con una flecha amarilla y una concha de peregrino. Pero a pesar de las señales, los caminantes a veces nos perdemos lugares, pequeños rincones, un lugar especial al cruzar un bosque o una ensenada a la que sólo se puede llegar si te desvías mínimamente del camino trazado o un hayedo increíble si caminas apenas 200m en una dirección “equivocada”, o un acantilado si dejas por unos metros el camino y te desvías a la derecha…. Mi propuesta (en una primera versión) tiene que ver con una botella. Tan sencillo como dejar un mensaje en una botella en un cruce donde haya algo diferente. Puede ser tan llamativo como que la botella esté colgada justo en el posible desvío. Dentro de la botella colocamos un mensaje donde indicamos qué podemos visitar si nos desviamos del camino trazado y marcado. La botella es transparente, para que pueda visualizarse claramente el mensaje. El mensaje puede ser una tarjeta con un mensaje claro, preferiblemente la tarjeta es blanca y la letra negra, escrito en mayúscula y con tipografía clara de manera que pueda leerse desde el exterior. Se podría utilizar preferiblemente cartulina, de manera que al introducirla en la botella tomase la forma cilíndrica, pero la más pegado posible al vidrio. La botella puede colgar de un árbol, junto a una piedrita. Esto además hace que cuando hay viento, el choque de la piedra con la botella produzca un pequeño tintineo, como un choque de ideas, que llaman al que camina. Se colocan para un mismo camino marcado (sea GR o PR o SR), el mismo tipo de botellas, el mismo tipo de cuerda, el mismo tipo de tarjeta y tipografía.
En una segunda versión (más elaborada), cambio la botella por un bote de vidrio con tapa, de manera que de forma sencilla pueda abrirse y cerrarse. Se coloca la tarjeta inicial pegada a la pared de vidrio del bote por el interior, pero además, se coloca un pequeño lapicero dentro y una pequeña libreta de papel, y así que cualquiera que pase por el camino y haya descubierto otro lugar “mágico”, pueda escribir su descubrimiento, como una suerte de “libro de visitas” del sendero. La tapa se agujerea y se pone una cuerda, que se cuelga al árbol. La tapa siempre queda colgada en el árbol, y el bote al desenroscarse de la tapa se puede utilizar. En realidad es misma idea pero con un bote en lugar de una botella y con una pequeña ampliación de contenido.
El proyecto, a pesar de ser individual, requiere la colaboración de caminantes (que respeten las botellas/botes de vidrio) y de la administración (que permita colocarlas en los caminos), así como todos aquellos que quieran participar con las aportaciones individuales, de sus lugares íntimos que han ido descubriendo y quieren hacer colectivos.